El poder del padre de familia en la antigua Roma
¿Conocías el poder del padre de familia en la antigua Roma? Aquí te contamos algunas curiosidades, continúa leyendo.
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La antigua Roma era un mundo dominado por hombres. En la política, la sociedad y la familia, los hombres tenían tanto poder que incluso decidían si un bebé viviría o moriría. A la cabeza de la vida familiar romana estaba el varón vivo más viejo, llamado paterfamilias o padre de familia. Se encargaba de los asuntos comerciales, de las propiedades de la familia y podía realizar ritos religiosos en su nombre.
El poder absoluto del paterfamilias
El paterfamilias tenía un dominio absoluto sobre su hogar y sus hijos.
Si sus hijos lo hacían enojar, por cualquier motivo, tenía el derecho legal de repudiarlos públicamente, venderlos como esclavos e incluso matarlos.
Solo el paterfamilias podían tener propiedades y, mientras viviera, sus hijos recibían un subsidio, el peliculum, para administrar sus propios hogares.
Los hijos eran importantes, porque los romanos ponían mucho valor en continuar con el apellido. Si un padre no tenía hijos, entonces podía adoptar a uno, a menudo un sobrino, para asegurarse de que la línea familiar no se extinguiera.
Materfamilias: la presencia de la mujer romana
Las mujeres romanas generalmente se casaban en sus primeros años de adolescencia, mientras que los hombres esperaban hasta tener más de veinte años.
Como resultado, la materfamilias era generalmente mucho más joven que su esposo.
Como era común en la sociedad romana, mientras que los hombres tenían el poder formal, las mujeres ejercían su influencia a su manera en el hogar. Pero la influencia de las mujeres solo llegaba hasta cierto punto, porque los paterfamilias tenían el derecho de decidir si se quedaban con los bebés recién nacidos.
El abandono de los niños no aceptados
Después del nacimiento, la partera colocaba a los bebés en el suelo y solo si el paterfamilias lo recogía, el bebé era aceptado formalmente en la familia.
Si el paterfamilias consideraba que el bebé no era aceptable, lo abandonaban allí.
La costumbre consistía en dejar a este bebé en lugares específicos pues, se suponía, que más tarde sería rescatado y vendido como esclavo. Esto generalmente les sucedía a los bebés deformes, o cuando el padre pensaba que la familia no podría mantener a otro niño.
Incluso los bebés aceptados en el hogar por los paterfamilias tuvieron un comienzo difícil en sus vidas. Alrededor del 25% de los bebés en el siglo I dC no sobrevivían a su primer año y la mitad de todos ellos morían antes de los 10 años.
Como resultado, el estado romano dio recompensas legales a las mujeres que daban a luz con éxito. Sin embargo, la mujer era reconocida como legalmente independiente solo después de tener tres hijos vivos.
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